el pueblo el pueblo

El castillo de ambra

vista del catell d'ambra

Por tierras alicantinas se levantan castillos por casi todas las ciudades y pueblos, pero el de Pego, por sus características estructurales nos hace viajar al más profundo del epílogo musulmán en nuestras tierras valencianas.

Antes de la conquista cristiana, el territorio se estructuraba por distritos, los cuales tenían como centro el castillo, situado casi siempre en alturas escarpades, del cual dependían una serie de alqueries dispersadas por el término. Pertenecían al distrito castral –hisn- de Ambra (Pego) las siguientes alqueries: Atzahila, Atzeneta, Avengalip (Benigalip-Benigani), Beniomer, Beniparri, Benituba, Benumeia, Benixat, Benisuleima, Castelló, Cotes, Favara, Forna, Gaià, Atzúvia, Massil, Rupais, Salamona, Jurel y Uxola.

Después de la conquista cristiana cambió sustancialmente la estructura de la población. A la gradual desaparición de las alqueries, siguió la política de creación de nuevas villas destinadas a albergar los colonos cristianos que se pretendía establecer.

Cómo afirma P. Guichard el castillo de Ambra es uno de los tantos castillos islámicos del territorio valenciano que sirvieron como lugares de hábitat y/o refugio a cargo de las comunidades rurales, con un carácter no feudal y que fueron objeto de transformación y destrucción después de la conquista.Antiguos historiadores databan la construcción del castillo entre los siglos IX-XI, pero las últimas investigaciones y excavaciones arqueológicas la datan de principios del siglo XIII. Los escombros del castillo se levantan sobre una cresta rocosa formada por los contrafuertes septentrionales de la Sierra de Mediodía, delimitando el valle de Pego por el sur. Se levanta a una altura de 264 m sobre el nivel del mar y su construcción se adapta perfectamente a la orografía abrupta y rocosa de la montaña de Ambra.

El castillo no participó activamente en la conquista, pero si tuvo importancia en las posteriores revueltas mudéjares capitanejades para el-Azraq. El año 1268 se le consignó el castillo a Arnau de Romero, mandándole Jaume I que en el castillo permaneciera una atzembla y diez hombres. Un año después pasó a Bonanat de Guía que lo tuvo poco tiempo, pasando el 1260 a Pere de Berbegal, arxiprest de Daroca, custodiándolo con cuatro hombres, a quienes el rey pagaba 150 sueldos anualmente. El 1264 pasó el castillo a Ade de Paterna por la deuda que el niño en Pere contrajo con él. Cobrado la deuda, el rey dio en crédito el castillo a P. de Capellades. El 1271 pasó en las manos, en las mismas circunstancias, a Pere de Marcén.

Finalmente, después de estar en manso de los sarracenos durante tres años, a partir de 1276 el castillo empezó a perder su importancia militar. Acabó para perder completamente su importancia el castillo cuando a partir de 1280 se empezó a crear la nueva villa de Pego. Después de la segunda carta de poblamiento (1286) concedida con mejores condiciones que la primera (1279), empiezan a llegar colonos desde Barcelona que van a establecer en una nueva villa amurallada que se tiene que construir asentada sobre la antigua alqueria de Uxola.

El castillo de Ambra es una construcción islámica tardía, que según Javier Martí, empieza hacia principios del siglo XIII, producto del miedo de los musulmanes ante la amenaza de conquista feudal. Aquello que más sobta de esta afirmación, es la poca durabilidad que tuvo el castillo (1220-1280).

vista del catell d'ambra

Pero la verdad es, que las últimas excavaciones no han sacado a la luz ningún resto anterior a la cronología apuntada.

Establecida la cronología y durabilidad del castillo, otro de los aspectos importantes es saber si estuvo o no habitado, es decir, si sirvió sólo de refugio militar o si al contrario en su interior existían habitáculos. Aproximadamente existían una veintena de viviendas con una disposición en escalonamiento y aprovechando la estructura natural de la roca. Las viviendas eran de dimensiones reducidas y la obra de encofrado de mortero de cal y piedra calcárea de irregular tamaño.

También tuvieron que tener madera, aunque probablemente esta se utilizó posteriormente para las casas de la nueva villa, puesto que en las excavaciones no se encontraron restos de este material. Los restos de la muralla del recinto nos muestran el valor de la arquitectura defensiva; los muros realizados en tapial, los fundamentos de masonería y cuatro cubos (torres) de planta rectangular en ixent reforzando el muro.

vista del catell d'ambra

Al Sudeste del mismo se encuentra la puerta de acceso al recinto, entre el avantmural y la muralla del castillo. El acceso se compone de dos puertas dispuestas longitudinalmente intercalándose entre ellas un cuerpo de guardia. Este cuerpo de guardia permitía hacer la guaita entre las dos puertas durante la noche, así como el descanso de los caminants en su acceso al castillo. En el mismo banco de guardia podemos observar el que pudiera ser un curioso juego medieval compuesto por ocho orificios en que se tendría que encarar piedras de diferentes tamanys. En las excavaciones del proyecte “Transformaciones de la estructura de poblamiento medieval en las tierras de Marina”, también se encontró en la puerta 5 dinero de bronce de la época del reinado de Jaume I (1238-1276).

En el interior del recinto, junto a la segunda torre de la muralla se emplaza un aljibe o cisterna de planta rectangular (12 x 3 m) realizado en tapial que servía para recoger el agua de las lluvias.

Un avantmural o barbacana cierra el recinto murallat, realizado también en tapial aunque de menor altura que la muralla interior. Está dotado de un ingreso en replec y de tres falsos cubos que se adaptan al trazado de las torres y la muralla.

Aunque el castillo se encuentra en relativo buen estado, la intensa tarea de abancalament y la acción erosiva de los agentes atmosféricos han castigado mucho las construcciones.


Joan Miquel Almela

Archivero municipal